¿Por qué nos cuesta tanto ser felices?
- Antonella Giannini
- 10 may 2022
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 20 may 2022
Se ha comprobado que ciertos factores biológicos influyen en nuestros niveles de felicidad, sin embargo, poseemos la libertad para hacer un trabajo personal y cambiar el curso de nuestra existencia.
A pesar de que en el último informe de “Felicidad Mundial 2022” realizado por Ipsos, un 53% de los chilenos se declara muy feliz o bastante feliz, “en la experiencia práctica no nos parece encontrar reflejados estos porcentajes”, De hecho, la Organización Mundial de la Salud informó que durante el primer año de la pandemia por Covid-19, la prevalencia mundial de la ansiedad y la depresión aumentó en un 25%.
Existen conflictos humanos que nos han acompañado a lo largo de la historia de la humanidad. Pareciera que toman mayor fuerza en estos tiempos los contrapuntos entre el individualismo y comunidad; esperanza y desesperanza; impulsividad y buen juicio; egoísmo y altruismo, amor y desamor; materialismo y espiritualidad; fe y escepticismo. Estos conflictos provocan sufrimiento, pero existen dos salidas: el relacionarnos y vincularnos con otros y otra que nos presenta la imposibilidad de salir de nosotros mismos y quedar atrapados en nuestro yo, capturados en la soledad del ego, aislados de la convivencia franca y amorosa.

Justamente, la felicidad reaparece cuando el sufrimiento adquiere un sentido, y el gran sentido humano está en nuestras relaciones, especialmente en las de amor, es decir, en el amor a otros.
Es curioso, pero sabemos más del camino de la infelicidad que el de la felicidad y, en ese camino, conductas cotidianas como dedicar toda nuestra atención al cultivo de la propia imagen; trabajar por nosotros mismos de manera individualista y autocentrada; alejarnos de los vínculos y compromisos de amor; distanciarnos de la belleza de la naturaleza; despreocuparnos de aprender y adquirir mayor conocimiento; proyectar nuestra mente a los peores escenarios futuros; compararnos con otros; ser intolerantes; aceptar el uso de drogas; vivir vertiginosamente; renunciar a la espiritualidad humana; y trabajar sin vocación, sin saber por qué hacemos lo que hacemos, se transforma en una carga sin sentido, son conductas perfectas para quedar atrapado en el sufrimiento.
Agreguemos a esto la escasez de mentores o guías que sean capaces de inspirar el amor por la vida y enseñar la felicidad.
¿Qué es la felicidad?
Es un desafío dar una definición de la felicidad, ya que se trata de una abstracción que los seres humanos vivimos como un sentimiento . Y a pesar de que las descripciones son muchas, la verdadera y gran pregunta es ¿por qué nos cuesta tanto ser felices?
Algunas causas:
Vamos en contra de nosotros mismos en muchas cosas que hacemos y elegimos.
Hemos olvidado elegir de acuerdo a nuestra vocación, a nuestro llamado a ser.
Esta “extrema intolerancia al sufrimiento y al dolor” nos lleva a aferrarnos a lo primero que encontramos.
El rendimiento y la productividad han sido premiados y privilegiados por sobre el tiempo libre, tan necesario para las relaciones humanas.
Existe una desvalorización de las disciplinas humanistas, que están siendo reemplazadas por ciencias de la tecnología.
¿Cómo ser felices?
La esencia de la felicidad radica en la libertad, y la libertad requiere conocer más, saber más. Muchas veces escuchamos que nos dicen "la felicidad está dentro de ti mismo", y si dentro de nosotros mismos no encontramos nada, si hay vacío porque no hemos cultivado nada, entonces la felicidad se aleja. Hay una responsabilidad en la cultura de estimular y proveernos de conocimientos y aprendizajes; de esta forma, cada persona con su propia historia determina lo que debe hacer..
Por otra parte, está cada vez más claro que hay un factor genético que influye en cuán felices podemos llegar a ser. Para construir nuestro bienestar la biología aporta un 50 % de potencial para la felicidad y un 50 % proviene de factores ambientales, es decir, nuestra familia, el dinero, la pareja, y también lo que hacemos y pensamos etc.
Lo importante de esto es que no estamos limitados por el ADN y, por lo tanto, es completamente posible reconfigurar nuestro cerebro para la felicidad. Para esto, la ciencia de la felicidad nos sugiere ciertas prácticas que libremente podemos probar y elegir:
Relaciones basadas en el amor. No temer al compromiso amoroso, ya que son fuente de energía e inspiración.
Gratitud.
Dar y hacer felices a otros, incluso el dinero que gastamos con y por otros es el que da satisfacción.
No compararnos.
Dar espacio a todos los sentimientos (la felicidad puede crecer en la adversidad).
Saber descansar.
Cultivar la espiritualidad. Ella nos da la esperanza de trascender los límites de nuestro cuerpo material y aspirar a un eterno infinito.
Entender que la felicidad no es permanente (no debemos intentar retenerla o prolongarla), son momentos y con cada uno de ellos nos establecemos en la felicidad definitiva.
Saber que la felicidad se construye cada día y a cada momento, no es una meta para el final de la vida.
Enriquecer el lenguaje nos brinda mayores oportunidades de transformarnos, las palabras pueden doler o sanar.
No parar de aprender, perseverar en el conocer más, siempre más.
Poseer un proyecto existencial, un propósito de vida que nos mueva, una razón, un sentido, un sueño.
Es decir, la felicidad se aprende y trabaja (si queremos consumir felicidad hay que producirla).
Si buscas un espacio, sin juicio, para conversar sobre lo que te está pasando, buscas apoyo, contención o simplemente un espacio para conversar, te invito a que inicies un proceso de coaching y psicoterapia.
Fuente: Blog de Solange Anuch, Clínica Alemana (Alemana Go, actualidad).
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